La última frontera de Al-Ándalus
El territorio del Poniente Granadino es un medio rural situado en el sector más occidental de la provincia de Granada. Sus límites se han establecido desde el punto de vista administrativo, del siguiente modo:
El Poniente Granadino está formado por 17 municipios y las tres E.L.A que engloban tres comarcas históricas, con una extensión de 2.044 kilómetros cuadrados y aproximadamente unos 77.000 habitantes: La zona Norte, formada por los municipios de Montefrío, Moclín, Íllora, Algarinejo y Zagra, conocida como la Comarca de los Montes Occidentales, que linda con la Subbética Cordobesa.
La zona Centro, formada por los municipios de Loja, Huétor Tajar, Villanueva Mesía, Salar y Moraleda de Zafayona, conocida como la Comarca de Loja.
La zona Sur, formada por los municipios de Alhama de Granada, Arenas del Rey, Zafarraya, Santa Cruz del Comercio, Jayena, Játar y Cacín, conocida como La Comarca de Alhama, que linda con la Axarquía Malagueña.
La variabilidad entre los municipios es muy grande, por ejemplo la extensión oscila entre los 11,18 km2 de Villanueva Mesía y los 433,5 km2 de Alhama de Granada
El nombre del territorio del Poniente Granadino ya fue acuñado durante los años 1.588 a 1646, según referencias de F. Henríquez de Jorquera (Facultad de Letras de Granada, 1934), y cuyo texto se transcribe literalmente a continuación:
«Y volviendo otra vez al Poniente de donde comienza la sierra menor que sirve de lindero y fuerte muro de este reino, comienza no muy levantada cerca de la villa de Iznájar y el Algarinejo y prosigue con un gran picazo hasta la ciudad de Loja a donde se abre para dar entrada para la gran Vega de Granada, dando sitio en su quiebra a la dicha ciudad de Loja y él un brazo prosigue para la ciudad de Alhama, no con grande altura, hasta que se incorpora con Zafarraya, con nombre de la sierra del Alcaicería; y el otro brazo prosigue al Cierzo dividiendo el Andalucía hasta llegar a las villas de Illora, Moclín y Montefrío dando vista a Granada con nombre de Brabanda, corrupto Parapanda, de quien los naturales tiene grandes pronósticos: cuando se toca de nublados que vienen de Poniente dicen que es cierta del agua, testigo de experiencia».
Localizado en la zona más occidental de la provincia de Granada, en el denominado «surco intrabético», el territorio del Poniente de Granada constituye el paso natural de comunicación entre dos espacios más o menos diferenciados: el subbético y el surco intrabético, la conexión natural entre el Oriente y Occidente andaluz.
El Poniente de Granada está en contacto con las provincias limítrofes de Jaén, Córdoba y Málaga. El hecho de ser un territorio colindante con otras provincias hizo de él un lugar estratégico como «frontera» en el período nazarí, concretamente durante el último siglo de esplendor de Al-Ándalus.
La última frontera de Al-Ándalus se ha convertido en la seña de identidad de este territorio “como último trazo divisorio entre los reinos cristianos de una España en ciernes, por un lado, y por otro, el reducto del reino nazarí acorralado entre Granada y la Vega».
Desde la toma de Antequera, a principios del siglo XV (1410), se acelera la reconquista hasta llegar a la guerra final de 1482-1492. En este sentido, todos los pueblos del Poniente o al menos los más históricos de las tres comarcas, a lo largo de ese siglo, fueron la última frontera de Al-Ándalus, su frontera más occidental. La toma de Alhama de Granada en 1482 es el principio del fin. Cuatro años después en 1486 van cayendo, sucesivamente en un período de tres meses, las localidades de Loja, Illora y Montefrío hasta que los cristianos instalan su campamento en la Vega, a las puertas de Granada.
Durante los casi ocho siglos de existencia del reino árabe en las tierras de Al-Ándalus se vieron inmersas en un estado de alerta permanente, como consecuencia de sus propios conflictos internos y de la presión de unos reinos cristianos en actitud de pertinaz reconquista.
La ocupación árabe partió de una organización militar del territorio para pasar posteriormente a una política de contención. Los castillos de Illora, Zagra o Montefrío junto a toda una red de atalayas, de torres vigías y de alquerías constituyen el reflejo de la política de miedo que imperaba en la frontera entre dos territorios culturales y religiosos bien diferentes: el hispano musulmán y el incipiente renacentista.
El programa de fortificación que se llevó a cabo en el Poniente de Granada como resultado de esa política de «repliegue» y contención se traduce en más de treinta bases militares salpicadas por todo el territorio, de cuya arquitectura militar se conservan numerosos vestigios.
El único ejemplo que sobrevive del tipo de fortificación “Alcazaba”, se encuentra en Loja, aunque todavía permanecen algunas murallas de lo que fue la fortaleza de Alhama de Granada. La alcazaba de Loja está constituida por una fortaleza amurallada, situada en la parte superior de una colina rocosa, y por un recinto amurallado que envolvía la ciudad o medina. Hoy en día, la ciudad de Loja constituye un conjunto histórico de gran interés con elementos valiosos también posteriores al período de Al-Ándalus.
Como relata el escritor norteamericano Washington Irving en su viaje desde Sevilla a Granada hacia 1829, la toma de Loja a manos cristianas «fue seña de que la fruta de la ciudad de la Alhambra maduraba y estaba a punto de caer» y añade que la localidad, situada estratégicamente entre dos sierras, en el punto donde el Genil rompe el cerco de montañas que ciñen la vega, sigue impactando al viajero que se acerca : «(…) nuestra ruta vespertina nos llevó por un vertical y escarpado desfiladero montañoso llamado Puerto del Rey; se trata de uno de los grandes pasos que dan acceso a los territorios granadinos, por el que el rey Fernando condujo a sus tropas. Al anochecer, el camino ofreció a nuestra vista, tras rodear una colina, la famosa ciudad fronteriza de Granada, que rechazó a Fernando desde sus murallas. Su nombre árabe significa Guardián, y eso es lo que fue para la vega de Granada, uno de sus centinelas más avanzados. Por su situación dominante a las puertas de este paso montañoso, Loja ha sido denominada, con notorio acierto, la llave de Granada, antesala y baluarte de la vega granadina».
Estos poblados fortificados a los que los castellanos denominaron, tras la reconquista, villas, guardaban los pasos más importantes de penetración hacia la vega granadina y la capital del reino nazarí. Asentados en elevaciones rocosas, como es el caso de los castillos de Illora, Montefrío, Zagra o Loja, siempre destacan sobre la ciudad de Granada. Tal situación favorecía el control visual de todo el espacio a ambos lados de la frontera.
Cuando había problemas de visibilidad se apoyaban en una serie importante de atalayas, que aún hoy podemos identificar en el Poniente de Granada. Otra función de las atalayas era obstruir las vías naturales de penetración. El Castillo de Cesna y la Torre Pesquera de Algarinejo cumplían la función de vigilar la vía de comunicación que existía entre el Subbético cordobés y el surco intrabético de Loja.
El sistema defensivo de la frontera en Loja contaba con una red de torres atalaya y de alquerías que permitían vigilar los diferentes pasos hacia la vega del Genil. Un buen ejemplo de este complejo sistema defensivo son:
La torre atalaya de Martilla, situada en el anejo lojeño de Ventorros de S. José, cuya función era defender la vía del río Genil en su paso hacia Iznájar.
La torre alquería de Agicampe desde la cual se divisa los actuales pueblos de Salar, Huétor-Tájar, Villanueva Mesía y, sobre todo, el curso del río Genil.
Torre atalaya de Venta del Rayo, situada en la sierra de Loja, que cubre el paso de los Alazores y, de ahí, hacia Zafarraya y Málaga. Desde ésta se ve la de Riofrío, la sima de Plines y Campo Agro. La visión que se ofrece desde esta atalaya permite dominar la zona occidental y suroccidental de la torre de Loja y conectar con la entrada.
La torre que permanece en Salar es el mejor ejemplo.
Castillo de Montefrío
El castillo y la villa amurallada de Montefrío se hallan en una peña tajada encima del pueblo. Documentado en el siglo XIV por Ibn- al- Jatib, fue construido el conjunto hacia 1352 cuando reinaba en Granada Abú Abdalá Yusuf, quien lo hizo construir en unos terrenos que consideraba estratégicos para la defensa de sus fronteras. El sistema fronterizo de Montefrío se completaba con las atalayas del Cortijuelo, de los Anillos y de los Guzmanes, todas ellas conectadas entre sí formando el circuito defensivo nazarí de la localidad.
El castillo de Illora, el de Zagra, junto al castillo de Torre Pesquera y el de Cesna (núcleo de Algarinejo), cumplían igual misión.
Fortaleza en Alhama de Granada
En Alhama de Granada, situada al sur del Poniente de Granada encontramos la torre de Buenavista, la torre Solana y la torre de la Luna. La ciudad, enclavada en un inmenso tajo, constituyó una de las mayores fortalezas defensivas para la lucha de las civilizaciones que se enfrentaron en estas tierras a lo largo de los siglos. «Si Loja fue la llave de la Granada nazarí e Illora su ojo derecho, Alhama fue sin duda su joya más querida, cuya pérdida fue la más llorada.” Algunos autores la identifican con la romana Artigi, en un emplazamiento privilegiado tanto por su estratégica ubicación en el camino entre la vega granadina y la costa malagueña como por la existencia de un manantial de aguas termales.
El sistema defensivo de esta ciudad consistía en su mayor parte en paños de muralla con torres y la alcazaba, levantada entre los siglos XIV y XV.
La «dramática» geografía de Alhama de Granada, su condición de joya del reino nazarí de Granada, su heroica conquista, suscitaron el interés de los viajeros románticos. El conocido poema ¡Ay, de mi Alhama…¡ traducido por Lord Byron, expresaba la lamentación de su pérdida.
Castillo y Fortaleza de Íllora
Durante la época musulmana fue un pueblo importante con fortaleza y arrabales. Su enclave estratégico dentro de la “frontera nazarí de Granada” le dio el sobrenombre de ojo derecho de Granada. En época de los Reyes católicos formó parte de las “siete villas” granero de Granada. Ibn Al-Jatib al describir las diferentes zonas del reino nazarí dice de Íllora y Montefrío que “entre ambas eran una mina de excelente trigo, casa y sitio de ganados teniendo el inconveniente de que eran continuamente acosados por los enemigos de Alcalá Real, en poder cristiano”. De todas las atalayas del conjunto territorial de Illora, sólo nos ha quedado una, la denominada Torre de la Mesa. Se halla al final del paso de Puerto Lojpe, según se viene de Alcalá la Real.
Villa Fortaleza de Moclín
Es, sin duda, el ejemplo mejor conservado de villa –fortaleza. Situado en un lugar de gran valor estratégico, Moclín presume de ser el pueblo de mayor altitud y el más situado al norte del Poniente de Granada. Entre las sierras de Parapanda y el Marqués, el pueblo se alza por encima de los 1.083 m de altitud y su castillo a 1.100m. desde éste se ven las tierras jiennenses de Alcalá la Real, enclave en poder de los castellanos desde 1341 y la vega de Granada siguiendo el curso del río Velillos, afluente del principal río del Poniente, el Genil.
Este paso junto a los de Puerto Lope (al oeste) y el de Tózar (al este) constituían importantes vías de comunicación entre el subbético y el surco intrabético. Por estos pasos era bastante fácil el acceso a las tierras nazaríes desde tierras castellanas.
Su situación estratégica junto a “un completo sistema de atalayas que jugaron un papel fundamental en la emisión-recepción de noticias hacia la capital del reino nazarí de Granada. La más oriental es la de la Porqueriza (Tózar), seguida de otras como la Torre de la Solana o la atalaya de Mingoandrés que controla el paso de puerto Lope, vía importante para acceder a Granada – Illora y Montefrío, facilitando el acceso al castillo de Moclín.
En esa situación privilegiada desde los escarpados montes de su accidentado terreno se divisa unos vastos y extensos territorios pertenecientes a las provincias de Granada y Jaén. Todo ello hizo de Moclín con su castillo una fortaleza casi inexpugnable por las tropas cristianas, lo que le valió el sobrenombre de “escudo del reino de Granada•” dado por los musulmanes a esta villa y cuya conquista tendría lugar el 26 de julio de 1486.
Tal y como establece el «Plan de Interpretación de Desarrollo Turístico y Cultural del Poniente Granadino», concebimos nuestro territorio como un «Territorio Museo» a cielo abierto, capaz de dar contenido a la idea común de “La Ultima Frontera de Al Ándalus», y aglutinando el discurso interpretativo central del territorio del Poniente Granadino como «Territorio de Fronteras».
Reiteramos el argumento del Poniente Granadino como “Territorio Museo», capaz de ser percibido -tanto por el habitante como por el visitante- desde unas claves de interpretación reconocibles. Entendemos que es necesario dotar al territorio de una lógica compartida, de un discurso común basado en el concepto fundamental ya expuesto: “Territorio de Frontera», capaz de ser declinado en diferentes líneas temáticas (ideas/fuerza) atribuibles a cada uno de los principales aspectos distintivos del territorio.
El «Territorio Museo» del Poniente Granadino, bajo el concepto general de “Territorio de Frontera» se articula (se declina), inicialmente, en torno a seis ejes temáticos:
«PG. La última frontera de al-Andalus» dará cobertura general al discurso histórico del territorio en su principal apreciación distintiva: El Poniente Granadino como escenario de dos modelos enfrentados de comprender el mundo: la cultura andalusí y la cultura renacentista. Es la principal línea temática del territorio.
«PG. Los pilares de la frontera» se refiere a un argumento específico de ese concepto fronterizo: bajo tal denominación argumentamos la presentación de la arquitectura militar de frontera andalusí: torres atalaya, torres de alquería, castillos y alcazabas.
«PG. Frontera entre la Vida y la Muerte». No son pocos los vestigios que guarda nuestra tierra relacionados con la forma de afrontar la muerte desde los diferentes momentos históricos. En concreto, el megalitismo constituye un elemento de referencia cultural en nuestra tierra, presente tanto en las áreas más septentrionales como en el entorno del Pantano de Los Bermejales.
«P.G. En la frontera de las Ideas», sirve para desarrollar un interesante eje temático en torno al modo “fronterizo» en que se relaciona la evolución del pensamiento histórico entre las distintas épocas. Así se definen “interfaces culturales» (o fronteras metafóricas) entre el pensamiento islámico andalusí y el Renacimiento; entre este y el pensamiento barroco; entre este, a su vez, y el propio del neoclasicismo; entre este y el romanticismo… Todas ellas, formas de pensar, representadas en el Poniente Granadino por medio de su patrimonio histórico.
“P.G. La Frontera de la luz». El territorio del Poniente Granadino, en términos geológicos, se desarrolla sobre un sistema calizo importante, sujeto a procesos de kárstificación relevantes. Como consecuencia de ello, el patrimonio geológico (de subsuelo) del Poniente Granadino puede ser presentado, igualmente, como un atributo de identidad común: cuevas, simas, poljes, fallas… fenómenos desarrollados en plena frontera; la de la luz.
“P.G. Una frontera al natural», La superficie total del Poniente Granadino participa de tres unidades geomorfológicas bien diferenciadas: las alturas serranas, las vegas y regadíos; y entre ellas, las campiñas de mediana altura, los secanos ondulantes y “fronterizos». En esa clave es también explicable el paisaje de nuestro territorio, con su medio biótico correspondiente, con sus alteraciones antrópicas inevitables, marcando también la frontera entre el paisaje “natural» y el paisaje “adaptado» por la acción humana.